jueves, octubre 12, 2006

Una Pitada

¿Cuánto más de noche se puede hacer?
En algún momento inevitablemente tiene que amanecer y ella tendrá que volver a esconderse, a sacarse los aros de la nariz, a peinarse para que no se note que tiene la nuca rapada, a despintarse los labios, a no dejar rastro de delineador, a arrancarse ese vestido largo y negro. Guardando lentamente, para no despertar a nadie en casa de papá sin mamá, los siete anillos y las siete pulseras dentro del cajón de su mesa de luz en su cuarto que todavía conserva como una burla el empapelado de Garfield.
Se mira las uñas negras apenas un poco saltadas, y las viejas marcas en las dos muñecas con un gesto de nostalgia como si extrañara la sensación de haber sido aunque sea por un rato la única que controló su vida. Y se acuesta desnuda en la pequeña cama de madera entre las sabanas perfectamente acomodadas; patea y se revuelca un poco para poder sentirse cómoda, y cuando al fin se detiene ve entre la penumbra del cuarto la otra cama vacía hace ya un par de años cuando su hermana después de pelarse con papá se fue y no volvió. Pero no la extraña, Internet puede arrancar las distancias mejor que cualquier ansiolítico o antidepresivo, -lastima que no se comunica con los muertos- pensaba algunas veces. Y así cuando la última lágrima bosteza en su mejilla se duerme profundamente sin pensar en nada más.
Pero todavía nada de eso sucede y siente como una mano le acaricia suavemente la espalda dibujando con un dedo el contorno de su tatuaje en su omoplato izquierdo. Y después la respiración en su oreja seguido de un escalofrío que comienza en la punta de los dedos del pie y recorre sin restricciones todo su cuerpo.-te amo- un susurro se cuela entre sus pensamientos y la televisión encendida. Y las lagrimas otra vez presentes pero esta vez para llenar de sal los besos y arrastrar consigo el rimel volviéndola más sexy. No le alcanzan los brazos ni a ella ni a el. Sus cuerpos los dominan. Saben como morder sin dañarse, lo que no saben es como amarse sin dañarse pero eso no les importa ahora. Agitados se entregan al cielo camino del infierno y de vuelta a la tierra.
La televisión ahora esta apagada y ninguno recuerda quien la apago. Entre la oscuridad más oscura de la que nunca habían visto un chispazo y luego una pequeña llama, después una braza roja y naranja. Ve su rostro apenas con la luz que se enciende en cada pitada.-yo también te amo- la pequeña braza se acerca hacia ella. Una pitada y después otra un poco más larga. Se le cierran los ojos. Ya no se ve nada y apenas se escuchan gemidos que vienen de otra habitación. La despierta el ardor e sus dedos, apenas grita y nota las luces del cuarto encendidas. Ya es hora de irse. Siempre supo que la noche no dura para siempre así que no permitió que la resignación le quitase el perfume a sudor, el sabor a marihuana y besos, la somnolencia y esa felicidad inmortal.

5 comentarios:

PH dijo...

It's so cold...
It's so gray...
do I like it?

Anónimo dijo...

Tipico de ex fumador!!!!

Lechu Nicanor dijo...

pareciste de nuevo Lacra un alegrommmmm!!!!!

Lechu Nicanor dijo...

llll

Marcela Ordiz (AP - INTEC) dijo...

OPs! que raro Lacra por aca, ha resucitado! jajaja.
Buen escrito...