miércoles, junio 28, 2006

Una y treinta y nueve AEME

Nunca fue un secreto para mi saber que algo un poco sucio no es mas que algo un poco limpio. Claro que para lograr que este sucio en su totalidad no había mas que ensuciarlo y realizar el trabajo inverso para dejarlo todo limpio.
¿Y mis ojos donde están?
De las calles, ahora desiertas, tengo el desvelo de mirarme las manos y ver que se agrietan.
Cada escalón de mi escalera tiene una dualidad aterrorizante: El mismo que me hace subir inevitablemente amenaza, y hasta podría hacerme bajar.
¿Y mis piernas donde están?
De los días desesperados tengo el placer de cebarme un mate y que no me resulte amargo nunca.
Y si tengo sed puedo beber agua y claro que en el agua no puedo respirar así que me ahogaría o moriría sediento…o mojado.

A mi lo que no me mato no me fortaleció, pero ojo no me mato tampoco.
Había una vez, o dos o tres.

Un acorde

Un acorde.
Luego otro que le sigue, que quiere estar con el como una sombra.
Una nota desafinada que no deja de bailar como si fuera toda una orquesta.
Otro acorde, mas triste y mas solo, no le continua ninguno.
Dos notas que se quieren y no se separan. Cantan juntas, gritan.
Lloran todos a su alrededor.
Una canción que te quiere recordar y otra que te olvida.
Un silencio finalmente y un final.